Desde la esencia/ser que está conectada con la conciencia,  no solo aprendemos lo recibido, si no lo vivimos y lo hacemos parte integral de nosotros, de quienes somos, de cómo percibimos y cómo ejercemos en el mundo. En este modelo, el aprendizaje no es únicamente mental/intelectual si no que se hace cuerpo y experiencia y se vuelve cotidianidad y conexión. A medida que se digiere y procesa lo aprendido también se integra en nuestro ecosistema interno y este proceso crea una transformación interior, a una mitopoética personal  que nos lleva a un hacer más consciente y presente, un ecosentir.